El Harén - Alhambra

Breve descripción del monumento

El Harén era un espacio exclusivamente femenino. Un extraordinario mirador, abierto al patio por tres arcos, que tendría en su época una celosía, permitía la contemplación de las concubinas del mismo sin originales de esta sala, con un labrado extraordinario.


Historia del monumento

Al contrario de lo que popularmente se piensa que era un Harén, éste no es más que el hogar del mandatario, donde no hay recepciones oficiales, ni protocolo, en definitiva, donde el monarca desarrollaba su vida familiar dentro del palacio, lejos de la idea de que el Harén era donde el sultán mantenía a sus esposas alejadas del resto del mundo, constantemente vigiladas por una corte de eunucos, y donde sólo el sultán tenía el acceso permitido. Muy al contrario, la tradición dice que un día Mahoma se encontraba jugando con sus nietos, pero el profeta recibía muy a menudo y sin previo aviso visitas de amigos y fieles. Así que aquél día un grupo de fieles llegó a visitarlo sin avisar y descorrió la cortina tras la que Mahoma se revolcaba en el suelo con los niños. Parece ser que el sorprender al gran maestro en aquella actitud no fue del agrado ni del profeta ni de sus discípulos, por lo que, tras aquel incidente, Mahoma empezó a hablar a sus seguidores de que era necesario habilitar una parte de la casa para uso exclusivo de la familia, donde estuviese prohibida la entrada a los visitantes. Quizás por este error tan habitual se le ha llamado Harén a estas dependencias, que correspondían con los aposentos de las tres esposas del sultán, aunque la cuarta esposa, que era «la favorita» (los sultanes acostumbraban a tener cuatro esposas), vivía apartada de las demás, probablemente en la Torre de la Cautiva, donde habitó Doña Isabel de Solís, llamada en Granada Zoraya, y que era la favorita de Muley Hacén. Accedemos al Harén a través de un corredor iluminado por arcos con celosías, encontrando en el centro el mirador de la galería sur del Patio de los Leones. De estos aposentos únicamente queda el patio, que ocupa el centro, que posee dos pórticos de tres arcos sostenidos por columnas. Un arco central, en el pórtico oriental, nos permite acceder a las habitaciones, que eran iguales a las del lado occidental, que desaparecieron al ser construido el Palacio de Carlos V. Las paredes del patio presentan una decoración rayadas con un zócalo pintado en ocre, azul y negro, y un alero tallado, con una yesería de círculos e inscripciones de alabanza al sultán y el lema de la dinastía.