Salón de Embajadores - Alhambra

Breve descripción del monumento

Siglos XIII-XIV

Este salón de la Alhambra era el centro simbólico del poder nazarí que se pone de manifiesto en el refinamiento y esplendor de la decoración. Presenta planta cuadrangular y se abre en el interior de la torre de Comares. Es la sala más espaciosa y aquí se celebraba el gran consejo presidido por el rey en presencia de todos los grandes del reino: visires, ulemas, alcalde, capitanes. También era usado para recepciones de enviados u otras personas de alto rango.


Historia del monumento

Esta es la sala más majestuosa de palacio, donde se encontraba el trono y se realizaban las recepciones oficiales.

La sala comunica con la Sala de la Barca por un doble arco. Es una sala cuadrada, de 11,30 de lado por 18,20 de altura, que tuvo suelo de mármol, aunque hoy día es de losetas de barro, en el que se observa en el centro el escudo de los Alamares, realizado en azulejos en el siglo XVI. Las demás paredes de la sala presentan cada una tres arcos que dan a tres camarines abiertos en el espeso muro de 2,5 metros de grosor, con balcones gemelos y ventanas encima.

Podemos observar que el salón se haya repleto de inscripciones decorativas: tacas, nichos, arcos, paredes, camarines, etc. se hayan repletos de poemas, alabanzas a Dios, al emir, el lema de los nazaríes o textos del Corán, como el que encontramos en la cámara central, la del trono, situado en el alfiz de su arco, que según la traducción de Echevarría reza así:

«Ayúdeme Dios apedreador del demonio. En el nombre de Dios que es misericordioso y tiene misericordia. Ser, Dios, con nuestro Señor Mahoma y su generación, compañía y salvación. Y di: Mi ayuda de la ira de Dios y de todo el demonio que permite rompimiento del infierno; y me libre del mal del envidioso cuando se dispone a envidiar. Y no es viva otra divinidad que la de Dios a quien alabar eternamente. La loa al Dios de los siglos.»

La cámara central, es la de mayor riqueza en cuanto a su decoración. Junto a la inscripción anterior del alfiz, encontramos un artesonado de lazo que cubre el interior de la cámara, que está rodeada por un zócalo de alicatados, adornados con yeserías.

La sala está rodeada por un zócalo de piezas vidriadas formando figuras geométricas, sobre el que podemos admirar una bellísima decoración de atauriques recubriendo la pared, combinando elementos geométricos y vegetales con gran armonía, rematada por una cornisa de mocárabes pintados. Según Fernández-Puertas, el techo se presenta como la representación de los Siete Cielos del Paraíso Islámico, con el trono de Dios situado en el octavo cielo, representado por el cubo central de mocárabes, y los cuatro árboles de la vida situados en las diagonales. La cúpula es una obra maestra de carpintería. Está compuesta por paños de madera de cedro cubiertos de lacería, con un gran cubo de mocárabes en el centro, salpicado de multitud de estrellas, pintado de tal manera que parecen nácar, plata y marfil.

Esta distribución no sólo proporcionaba una atmósfera fresca al estar la mayor parte del espacio en penumbra, sino que además la luz llegaba que del exterior producían efectos de intensa iluminación que se concentraban en el trono.